Por puro placer

Los mitos del amor romántico

“Yo decido el cuándo, el dónde y con quién. Tengo claro que no me voy a fijar en un chico malo, no”. ¿Te suena esta frase? La cantan Aitana y Ana Guerra en “Lo Malo”. Esta canción ha dado la vuelta a medio mundo poniendo música a lo que bastante gente piensa sobre el amor y las relaciones. Y es que todas queremos cosas buenas.

Pero reconozcámoslo, desafortunadamente el estereotipo del malote sigue triunfando y esto es lo que muestran muchas pelis y series. El que tiene éxito sigue siendo el que contesta en clase y es divertido, el que “te quiere como nadie te ha querido”, el que suspende, el que no tiene miedo a nada, el que es celoso pero lo es porque “te quiere”, el que se preocupa porque estés conectada al whatsapp a las tantas porque “con quién estarás hablando” o porque has leído su mensaje pero no le has contestado, el que te mira el insta o te pide que no te pongas esa falda o esa camiseta… Sí, ese del que te enamoras o crees que te has enamorado.

¿Es esto el amor? Pues no. Este es el problema, que esto no es amor, sino algo que se conoce como amor romántico, un tipo de relación que una parte de la sociedad actual considera el ideal del amor, sobre todo en occidente. El amor romántico está basado en una serie de mitos sobre cómo debería de ser supuestamente el amor. Es un amor tóxico, cuyas flechas envenenadas afectan fundamentalmente a las chicas, aunque lo cierto es que nadie se libra de ellas.

Si has visto muchas pelis de Disney, has leído a Federico Moccia o sigues la saga de Crepúsculo seguro que muchos de sus mitos te suenan. Atención que aquí va un spoiler: en el amor romántico las chicas no salimos nunca bien paradas. Ya lo explica la antropóloga Coral Herrera: es un amor que nos atrapa en contradicciones absurdas “debería dejarle, pero no puedo porque le amo/porque con el tiempo cambiará/porque me quiere/porque es lo que hay”. Seguro que lo que te vamos a contar te suena.

1. La media naranja

¿Alguna vez has pensado que hay por ahí una persona que es perfecta para ti pero aún no os habéis encontrado? ¿Alguien con quien te vas a complementar a la perfección? Pues si a esta idea le añades una buena música romántica con sus gorgoritos, ya lo tienes: estás buscando a tu media naranja. Pero, lo siento, tenemos malas noticias: tu media naranja no existe… Bueno, ni tu media naranja, ni la de nadie. De hecho es probable que te enamores varias veces a lo largo de tu vida y cada vez será única y diferente. Enamorarse mola mucho y la sensación de complicidad con otra persona es maravillosa pero es algo que te puede pasar o no. ¡Lo importante es que no pierdas la complicidad con tus amigas! Ellas siempre van a estar ahí. Y recuerda que, pase lo que pase, tú ya eres una persona completa. No permitas que tu felicidad dependa de encontrar o no una pareja.

2. El príncipe azul

Este mito está muy relacionado con el de la media naranja, pero aquí los clásicos de Disney se llevan la palma: Cenicienta, Blancanieves, la Bella Durmiente o la Bella y la Bestia. Todas tienen su príncipe azul, ese que nos tiene esperando y en vilo, el del amor verdadero que nos va a rescatar de todos nuestros “males”. Pero, ¿y si el príncipe no llega?, ¿y si resulta que mis males no son para tanto?, ¿y si los hablo con mis amigas o con mi familia? ¿y si no quiero que me rescaten? A lo mejor me doy cuenta de que no lo necesito, que no era más que eso, un cuento.

3. “Si me quiere es normal que tenga celos”

Seguro que alguna vez te han dicho o has pensado que “Si no tiene celos es que no le importas” o “Es normal que sienta celos, eso es que te quiere y le da miedo perderte”. Incluso, “Me quiere hasta el punto de volverse loco/a por mí”.

Sí, los celos son habituales, todas las personas los hemos experimentado, y resultan muy poco agradables. Por ello hay que trabajarlos y aprender a detectarlos para ponerles freno a tiempo. Este es un ejercicio necesario y, por cierto, nada fácil.

El refranero español dice: “Quien bien te quiere te hará llorar”, pero este refrán no es cierto, en absoluto. Los celos no son un reflejo de amor. Lo que reflejan los celos son diferentes emociones nada positivas, como la inseguridad y el miedo al rechazo o a la soledad, la posesividad (la necesidad tener bajo control a la otra persona) y el miedo a la pérdida (ojo, recuerda que algo que no es tuyo, no lo puedes perder). Lo cierto es que los celos son un instrumento muy eficaz de control de la otra persona.

En definitiva, no se trata de no tener celos, sino de aprender a gestionar esa emoción: identificar de dónde viene y poder hablar tranquilamente de ello con tu pareja. Nuestra pareja no nos pertenece, no es una propiedad privada.

4. Nuestro amor lo puede todo

Pues no es siempre así. Y si no, que se lo digan a Leonardo di Caprio en Titanic… Bromas aparte, pensar que el amor lo puede todo tiene el riesgo de soportar ciertas situaciones que pueden resultar muy dañinas, tóxicas o incluso violentas, esperando a que llegue el cambio, por no saber qué hacer o por miedo a “fracasar en la relación”. Y es que las chicas tendemos a pensar que el chico lo es todo y que el poder del amor hacia él logrará cambiar los comportamientos que no nos gustan.

Mitificamos el amor e idealizamos a los demás y ¡claro!, es difícil que ese ideal encaje con la persona real que luego tenemos delante. Estas ideas nos meten a las chicas en un círculo de ilusión-decepción constante, creemos que inevitablemente tenemos que pasarlo mal. Y no es así, debemos abandonar esas ideas, esa noción del aguante, de la entrega eterna, del sacrificio, de la renuncia… Nos merecemos relaciones basadas en el disfrute, la ternura, la solidaridad y la reciprocidad en el amor.

Aquí de nuevo rescatamos a Coral Herrera cuando dice que “El amor tiene que ser algo bonito y placentero, un motor que nos lleve a querernos y tratarnos bien y hacer un mundo mejor”.

5. Y fueron felices…

Efectivamente, toda historia de amor que se precie acaba en matrimonio/pareja de hecho (por cierto: en una pareja heterosexual, porque el hombre y la mujer están hechos “el uno para el otro”). Y aunque nadie cuenta qué pasa después de las perdices, se da por hecho que tendrán hijas e hijos y su relación será monógama y para toda la vida.

Pero ¿y si algo sale mal y se tuerce la relación?, ¿y si a mí que soy mujer me gustan otras mujeres?, ¿o soy una persona trans?, ¿y si no me quiero casar o tener hijos o hijas? ¡Horror! ¿Qué hago viviendo esta vida que desde fuera parece idílica pero que para mí es como una losa sobre la cabeza? El amor romántico nos encasilla en situaciones rígidas y nos pone etiquetas que pocas veces tienen que ver con la realidad.

Si queréis profundizar un poco más sobre el amor romántico hay un montón de materiales en internet. De momento os dejamos un fragmento de la actuación de Pamela Palenciano “No solo duelen los golpes”.

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